En el silencio de la noche, ese momento oscuro en la preciada compañía de uno mismo. Cuando el cerebro desconecta de la realidad que lo rodea y las ninfas hacen su faena, dónde la imaginación pasea tranquila y el corazón late despacio, intentando retener ese instante hermoso, delicado, sincero y mágico. Es ahí, en ese laberinto de emociones y sensaciones libres, cuando dejamos de estar perdidos.
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