Ya de mayores
deberíamos volver a los parques, a los columpios,
a comer piruletas, a saltar a la comba,
a jugar al escondite y a tirarnos por el suelo.
Ya de mayores
deberíamos volver a la infancia
y aprenderlo todo de nuevo.
A vivir cada momento con intensidad,
a no andarse con rodeos
y rendirse a lo evidente.
Ya de mayores
deberíamos tener menos miedos,
llorar cuando nos duele
y reír cuando nos hace gracia.
Vernos más fuertes
y disfrutar de las emociones.
Ser más conscientes
de todo lo bueno.
Ya de mayores
deberíamos aprender a ser niños.